Independencia de México
Introducción al movimiento
La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
Héroes de la Patria
Miguel Hidalgo y Costilla
Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villa señor. (Hacienda de Corralejo en Pénjamo, Intendencia de Guanajuato, 8 de mayo de 1753 - Chihuahua, Nueva Vizcaya, 30 de julio de 1811) fue un sacerdote y revolucionario novo-hispano que destacó iniciando la primera etapa de la Guerra de Independencia de México con un acto conocido en la historiografía mexicana como Grito de Dolores. Dirigió militar y políticamente la primera parte del movimiento independentista, pero tras una serie de derrotas fue capturado el 21 de marzo de 1811, después de casi 6 meses de iniciada la revuelta; y llevado prisionero a la ciudad de Chihuahua, donde fue juzgado y fusilado el 30 de julio del mismo año.
iguel Hidalgo y Costilla nació en la Hacienda de San Diego de Corralejo, Pénjamo (actualmente Guanajuato), el 8 de mayo de 1753; fue el segundo de cuatro hijos del matrimonio formado por Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador de Corralejo, y Ana María Gallaga. Fue bautizado con el nombre de Miguel Gregorio Antonio Ignacio, en la capital de Cuitzeo de los Naranjos, hoy Abasolo,Guanajuato el 16 de mayo de 1753.
En junio de 1765 Miguel Hidalgo junto a su hermano José Joaquín partió a estudiar al Colegio de San Nicolás Obispo,Ubicado en Valladolid, capital de la provincia de Michoacán. El colegio había sido fundado en 1547 por Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de Nueva España, quien entregó la universidad y el edificio donde se alojaba a los miembros de la Compañía de Jesús, que instituyeron cátedras de latín, derecho y estudios sacerdotales. Fue en esta casa donde los hermanos Hidalgo estudiaron hasta 1767.
l 25 de junio de 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios del Imperio español por órdenes del rey de España Carlos III, y su ministro, el conde de Floridablanca. El colegio permaneció cerrado unos meses y en diciembre se reanudaron las clases.
En esta institución, Hidalgo estudió letras latinas, leyó a autores clásicos como Cicerón y Ovidio, y a otros como San Jerónimo y Virgilio. A los diecisiete años de edad ya era maestro en filosofía y teología, por lo que entre sus amigos y condiscípulos se ganó el apodo de El Zorro, por la astucia que mostraba en juegos intelectuales. Aprendió el idioma francés y leyó a Molière, autor a quien años más tarde representaría en las jornadas teatrales que él mismo organizaba siendo párroco de Dolores. Gracias al contacto que tuvo con los trabajadores de su hacienda en su infancia, la mayoría de ellos indígenas, Hidalgo aprendió muchas de las lenguas indígenas habladas en Nueva España, principalmente otomí, náhuatl y purépecha, ya que la zona de Pénjamo era una de las regiones con mayor diversidad de grupos indígenas y de contacto entre el mundo nativo y el español. Todos estos conocimientos permitieron a Miguel Hidalgo impartir clases de latín y filosofía a la vez que seguía sus estudios. Una vez que los culminó, trabajó en su alma mater desde 1782 a 1792, muchas veces como tesorero, otras como maestro y desde 1788 como rector.
Ignacio Allende
Ignacio José de Allende y Unzaga (San Miguel de Allende, 1769-Chihuahua, 1811) fue uno de los líderes e iniciadores del movimiento de Independencia de México. Capitán de las milicias, simpatizó con el proyecto de independencia del país. Asistió a las primeras juntas secretas de la rebelión organizadas por los corregidores de Querétaro y luchó al lado de Miguel Hidalgo y Costilla en la primera etapa de la guerra de Independencia. Relevó a Hidalgo en el liderazgo de los insurgentes. En Acatita de Baján, Coahuila, fue traicionado y apresado por Ignacio Elizondo, junto con Miguel Hidalgo, Mariano Abasolo, Mariano Jiménez y Juan Aldama y conducido a la ciudad de Chihuahua, donde fue juzgado por insubordinación, fusilado y decapitado. Su cabeza fue exhibida en una esquina de la Alhóndiga de Granaditas, en la ciudad de Guanajuato, como advertencia a los insurgentes, en donde permaneció 10 años.
Ignacio Allende nació el 21 de enero de 1769 en el seno de una familia española acomodada de San Miguel el Grande (renombrada en su honor como San Miguel de Allende) en el estado de Guanajuato. Fue bautizado como Ignacio José de Jesús María Pedro de Allende y Unzaga. Su padre fue Domingo Narciso de Allende y Ayerdy, un acaudalado comerciante, y su madre fue María Ana de Unzaga. En 1802 se incorporó al ejército virreinal de la Nueva España y logró ascender bajo las órdenes de Félix María Calleja.
En 1809 fue descubierto en una de las campañas clandestinas a favor de la Independencia celebrada en Valladolid (hoy Morelia) y fue invitado a participar en la conspiración organizada por José Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez en la ciudad de Querétaro, donde conoció al padre Miguel Hidalgo y al capitán Juan Aldama.
Originalmente, el movimiento de independencia iba a ser encabezado por Allende y Aldama, pero una delación inoportuna cambió los planes y fue Miguel Hidalgo quien finalmente tuvo que dar inicio a la lucha en el célebre Grito de Independencia. Los antiguos conspiradores cerraron filas en favor del cura y tras controlar el pueblo de Dolores, marcharon a San Miguel, donde Allende consiguió el apoyo de su regimiento. El 22 de septiembre, en la ciudad de Celaya, Hidalgo fue nombrado oficialmente Capitán General del ejército insurgente e Ignacio Allende Teniente General. 5 días más tarde el Virrey ofreció una recompensa de 10,000 pesos a quien entregara vivos o muertos a los cabecillas del movimiento.
Durante la lucha armada Allende se hizo famoso por su ética y caballerosidad en el mando. Era partidario del orden y el respeto a la población civil y no castigaba o ejecutaba a sus presos. Tras la célebre toma de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato y la victoria en el Monte de las Cruces, Allende propuso a Hidalgo ocupar la capital del virreinato, pero el sacerdote no compartió su parecer, sellando el destino fatal de la primera etapa del movimiento e iniciando un desquebrajamiento en la relación de ambos, que sería infranqueable hasta el final de sus días.
Tras la derrota en la Batalla del Puente de Calderón, la jerarquía del movimiento exigió la sustitución de Hidalgo como cabeza del movimiento y Allende asumió la responsabilidad. Con un ejército diezmado decidió marchar hacia el norte para conseguir más dinero, armas y tropas. En Acatita de Baján fue traicionado por Ignacio Elizondo, emboscado, y junto con los cabecillas del ejército, apresado y conducido a la ciudad de Chihuahua, donde fue juzgado por insubordinación y fusilado el 26 de junio de 1811. Su cadáver fue decapitado y su cabeza colgada de una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato como escarmiento a la población, hasta 1821 en que Anastasio Bustamante ordena su descenso y entierro con honores, ya firmado el Plan de Iguala. Sus restos reposaron en la Columna de la Independencia en la Ciudad de México hasta el 30 de mayo de 2010, fecha en que fueron trasladados al Museo Nacional de Historia para su análisis y autentificación.
Juan Aldama
Juan Aldama González (San Miguel de Allende, Guanajuato, México, 3 de enero de 1764-Chihuahua, México, 26 de junio de 1811) fue un insurgente mexicano que participó en el proceso de Independencia de México.
Nació en San Miguel el Grande, actualmente San Miguel de Allende. Era hermano de Ignacio Aldama, así como tío de Mariano y Antonio, también insurgentes. Al comenzar la Guerra de Independencia de México, era capitán en el regimiento de caballería Milicias de la Reina y aunque residía en San Miguel el Grande, asistía a las juntas que los conjurados tenían en Querétaro.
Al descubrirse la conspiración, Aldama abandonó San Miguel para dirigirse a Dolores al encuentro de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende con el propósito de informarles de lo que estaba sucediendo; así, al amanecer del día 16 de septiembre participó en el grito de insurrección.
En Celaya fue nombrado mariscal y con el grado de teniente coronel tomó parte en la Batalla del Monte de las Cruces. Con la victoria, y al igual que Ignacio Allende, creyó conveniente avanzar con sus tropas hacia la capital. Acompañó a Ignacio Allende en la Batalla de Guanajuato y participó en la Batalla del Puente de Calderón. Marchó junto con los otros insurgentes hacia el norte del país, proponiendo ir a Estados Unidos con el fin de enviar elementos de guerra.
Aldama permaneció junto a Allende durante toda la campaña hasta que fue hecho preso en Acatita de Baján junto a los demás insurgentes. Fue uno de los exceptuados por el indulto del virrey, que había puesto precio a su cabeza. Conducido a Chihuahua, fue juzgado y condenado a la pena capital, siendo fusilado en compañía de Allende, Mariano Jiménez y Manuel de Santa María.
Su cabeza, así como la de los dos primeros que le acompañaron a la muerte y la del propio Hidalgo, fueron conducidas a Guanajuato y colocadas en jaulas de hierro en cada uno de los ángulos de la alhóndiga de Granaditas, de donde se retiraron en 1824 para enterrarlas junto a sus cuerpos bajo el altar de los Reyes en la Catedral de la Ciudad de México. Sus restos reposaron en la Columna de la Independencia en la Ciudad de México hasta el 30 de mayo de 2010, fecha en que fueron trasladados al Museo Nacional de Historia para su análisis y autentificación.
Mariano Abasolo
José Mariano de Abasolo (1783-1816) fue uno de los generales insurgentes durante la guerra de Independencia de México.
Nació el 29 de marzo de 1783 en Dolores, Guanajuato.
Durante 1809, algunos novohispanos (entre ellos Abasolo) iniciaron otra conspiración en la ciudad de Valladolid (actualmente Morelia, en el estado de Michoacán), en la que participaban militares de alto rango, entre ellos José María García Obeso, José Mariano de Michelena, José María Abarca e Ignacio Allende, entre otros.
Esta conspiración continuó hasta diciembre del mismo año, cuando fue descubierta por el gobierno virreinal, el cual se dio a la tarea de aprehender a los principales colaboradores de estas reuniones, quedando los demás en libertad. Allende y Abasolo quedaron en libertad, por lo que siguieron conspirando, pero esta vez en Querétaro, en casa del corregidor Miguel Domínguez y de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. Abasolo había sido invitado a estas conspiraciones por Ignacio Allende, quien tenía cierta influencia sobre él. A esta segunda conspiración, Allende invitó a otros dos militares: Juan Aldama y Joaquín Arias. Este último terminaría por traicionar a sus compañeros informando a las autoridades acerca de estas reuniones secretas.
El ejército insurgente siguió con rumbo a Querétaro, pero desviándose a Valladolid, donde entraron tras pequeñas escaramuzas con el ejército realista. Después de unos días, Hidalgo salió con rumbo a la Ciudad de México, con el fin de tomarla. En esos momentos, el ejército insurgente constaba ya de 80 000 soldados. En Acámbaro, Hidalgo hizo algunos nombramientos: él quedó como generalísimo, Allende como capitán general, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Arias como tenientes generales; Ignacio Martínez, José Antonio Martínez y Mariano Abasolo quedaron como mariscales de campo.
Abasolo tomó parte en los combates que Hidalgo dirigió en el Monte de las Cruces, Aculco y el Puente de Calderón. En este último enfrentamiento, Hidalgo fue derrotado por el ejército realista al mando del general ,y posteriormente virrey, Félix María Calleja. A causa de esta derrota, Hidalgo, escapó hacia el norte del país, para convocar más adeptos a la causa y solicitar ayuda de Estados Unidos.
Josefa Ortiz de Domínguez
María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, más conocida como Josefa Ortiz de Domínguez (Ciudad de México, 8 de septiembre de 1768-Ciudad de México, 2 de marzo de 1829), fue insurgente de la Independencia de México y esposa del corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, siendo una de las participantes en la conspiración de Querétaro y pieza clave para el inicio de la lucha que encabezó el cura Miguel Hidalgo y Costilla en Dolores Hidalgo. Es más conocida como la Corregidora, dado que era la esposa del Corregidor de Querétaro. También hay escuelas con su nombre en varios lugares del mundo.
Sus padres fueron José Ortiz, capitán del regimiento de Los Morados, y Manuela Téllez-Girón y Calderón, de una antigua y noble familia española. Nació en Ciudad de México.4
Su padre fue torturado en su deber, cuando Josefa era apenas una niña y su madre murió poco tiempo después. De esta suerte, Josefa quedó a cargo de su hermana mayor, María Sotero Ortiz, quien apoyó a Josefa para ingresar al prestigioso Colegio de las Vizcaínas en la Ciudad de México. En cierta ocasión, el Colegio fue engalanado para recibir la visita de algunos funcionarios, entre ellos iba Miguel Domínguez, que se enamoró de ella y pidió permiso para visitar a la joven, se hicieron novios y el 23 de enero de 1791 se casaron en el Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México. En 1802 Miguel Domínguez fue promovido por el virrey de Nueva España, Félix Berenguer de Marquina, al cargo de Corregidor de la ciudad de Santiago de Querétaro.
Doña Josefa, que era criolla, se identificaba con el abuso sufrido por dicha comunidad por parte de los gachupines, tal como llamaban a los españoles nacidos en la península. Los criollos eran considerados como ciudadanos de segunda clase por el régimen colonial, en virtud de haber nacido en la Nueva España (una colonia) y no en la metrópoli. Por ello, eran relegados a puestos de segundo nivel en la administración pública del virreinato. Este hecho creó un gran descontento con el paso de los años y los criollos comenzaron a organizarse en grupos literarios donde se difundían las ideas de la Ilustración, prohibidas por la Iglesia católica. Doña Josefa se integró en una de estas sociedades y convenció a su esposo tiempo después de integrarse también. Miguel Domínguez, esposo de Doña Josefa, cometería posteriormente varios errores estratégicos con respecto a la planificación de los conspiradores.
Según el historiador Alejandro Villaseñor, en su libro Biografía de los héroes y caudillos de la independencia, Julián Villagránapresó al oidor Collado que regresaba a México después de haber dado causa a los conspiradores, entre los presos se encontraba Doña Josefa, que quedó libre en cumplimiento a lo pactado entre Julián Villagrán y el oidor del rey Collado[cita requerida]. Una vez en libertad, Doña Josefa siguió apoyando a los Insurgentes, a pesar de las flaquezas de su marido, mandando dinero e información y sin perder la oportunidad de convencer a otros para unirse a la causa. Falleció en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1829, víctima de una pleuresía. Por sus acciones y su influencia en el desarrollo de los hechos previos al inicio de la Guerra de Independencia y sobre todo por ser el personaje fundamental que propició el inicio de esta gesta, se le ha llegado a considerar como Madre de la Patria Mexicana.5 Actualmente sus restos mortales descansan en el Panteón de los Queretanos Ilustres, en la ciudad de Santiago de Querétaro.Los rebeldes estaban listos para levantarse en armas el primero de octubre de 1810. Sin embargo, el 13 de septiembre fueron descubiertos por un infiltrado, que informó a las autoridades del virreinato de las actividades del grupo literario de Querétaro. El corregidor Miguel Domínguez fue obligado a conducir un cateo en las casas de la ciudad, con el propósito de capturar a los líderes insurgentes. Para protegerla, encerró a su esposa en un cuarto bajo llave. No obstante lo anterior, Josefa Ortiz de Domínguez pudo advertir al cura de Dolores, Miguel Hidalgo; Juan Aldama e Ignacio Aldama, haciendo sonar uno de sus zapatos contra el suelo, el alcalde Ignacio Pérez escuchó el llamado y bajo mandato de ella advirtió al cura del pueblo de Dolores, en Guanajuato, que la conspiración había sido descubierta, razón por lo cual el párroco convocó al pueblo a levantarse en armas durante la misa patronal del pueblo, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, con lo que dio inicio la guerra por la Independencia de México.
Leona Vicario
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, más conocida como Leona Vicario (10 de abril de 1789– 21 de agosto de 1842),1 fue una de las figuras más destacadas de la Guerra de Independencia de México, durante la cual se dedicó a informar a los insurgentes de todos los movimientos que podían interesarles y que ocurrían en la capital del virreinato.2
Perteneció al grupo de Los Guadalupes, y financió con su propia fortuna la insurgencia.3 Fue una de las primeras mujeres periodistas de México, se enfrentó a numerosos riesgos, por apoyar la causa independentista4 y contrajo matrimonio con Andrés Quintana Roo.
El Congreso de la Unión le concedió el título honorífico de Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria;5 su nombre está inscrito con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, sede de la Cámara de Diputados de su país.
Ferviente proselitista de la causa insurgente, a finales de 1812 convenció a unos armeros vizcaínos para que se unieran al bando insurgente; se trasladó a Tlalpujahua, localidad en la que estaba instalado el campamento de Ignacio López Rayón, donde se dedicaron a fabricar cañones financiados con la venta de sus joyas y sus bienes.15
En marzo de 1813, uno de sus correos, que era llevado por un arriero, fue interceptado; Leona, al enterarse, huyó con rumbo a San Ignacio, Michoacán, y de ahí a Huixquilucan, en el estado de México.8 De regreso a la capital, su tío logró que la recluyeran en el Colegio de Belén de las Mochas, en vez de ser enviada a la cárcel. Estuvo presa durante 42 días.8 No pudo evitar que las autoridades la procesaran conforme a la justicia.16 La Real Junta de Seguridad y Buen Orden le instruyó un proceso en el que fueron apareciendo los documentos que la inculparon; entre otros, los relativos a sus intentos de huida para pasarse al campo de los rebeldes; fue sometida a interrogatorio, y se presentaron las pruebas que la inculpaban.14 Nunca delató a sus compañeros; fue declarada culpable y se le condenó a formal prisión y a la incautación de todos sus bienes.16
En mayo de 1813, tres insurgentes disfrazados de oficiales virreinales la ayudaron a escapar; escondido entre huacales, llevaba material de imprenta para los periódicos insurgentes.8 Partió rumbo a Tlalpujahua, Michoacán, donde contrajo matrimonio con Andrés Quintana Roo.17 A partir de entonces, se mantuvo junto a su esposo al servicio de la insurgencia y del Congreso de Chilpancingo. Morelos enviaba cartas a Leona desde Chilpancingo; preocupado por su situación, decidió recompensarla con una asignación económica, más tarde ratificada y aprobada por el propio Congreso, el 22 de diciembre de 1813.14
A lo largo de 1814 y gran parte de 1815, Leona siguió colaborando y trabajó en los periódicos El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano. Finalmente, capturado y muerto José María Morelos y disuelto el Congreso por las propias fracciones insurgentes enfrentadas, Leona y su marido se escondieron en la zona de Michoacán, rechazando los repetidos indultos que les llegaban desde la capital.14
En 1817, Leona tuvo su primera hija: Genoveva. Debido a que el matrimonio se la pasaba huyendo de un sitio a otro, Leona dio a luz a su hija en una cueva,8 localizada en Achipixtla, un lugar situado en la Tierra Caliente. Ignacio López Rayón fungió como padrino de la niña.18 El 14 de marzo de 1818, escondidos en la serranía de Tlatlaya, actualmente estado de México, fueron capturados; pensando en las consecuencias que significaría para su hija, aceptaron, para madre e hija, el indulto que antes habían rechazado.18
Durante su estancia en Toluca, Leona tuvo a su segunda hija, María Dolores Quintana Vicario, y presenció las celebraciones hechas con motivo de la jura de la Constitución de Cádiz por Fernando VII, ocasión que la llevó a escribir el poema La libertad y la tiranía.
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